¡Es la crisis de los 25, la de los 30 o la de los 50! En realidad, no hace falta ponerle una edad, nos pasa a todos por igual, aunque en momentos diferentes. Esas crisis existenciales en las que te cuestionas lo que estás haciendo y por qué lo estás haciendo.
¡A mí me pasó a los 26! Llevaba unos años trabajando para multinacionales en buenos puestos y no tenía razones aparentes para quejarme, ¡salvo que yo no estaba a gusto! No me gustaba el ambiente corporativo, ni las reglas asociadas al mismo. Quería hacer con mi tiempo lo que quisiera y quería poder trabajar en proyectos que me apasionarán de verdad.
Es normal que a veces nos cuestionemos las cosas y les demos mil vueltas. Es normal también no tener mucha idea de lo que queremos realmente. Muchas veces, la rutina nos absorbe de tal manera que dejamos de saber qué nos gusta y con qué disfrutamos realmente. Entre la rutina laboral, cuidar de los amigos y cumplir con la familia nos queda muy poco tiempo y ese ejercicio de conocernos a nosotros mismos queda aplazado para… ¡nunca! En realidad, no todo es nuestra culpa, estamos un poco programados por…….quieres seguir leyendo?
