Llegamos a Punta Arenas en avión, desde Coyhaique. Ya sentíamos que estábamos muy al sur pero resulta que todavía daba para coger un avión de dos horas y llegar todavía más abajo.
Punta Arenas
Punta Arenas nos recibió con buen tiempo, inusual en la zona, y llegamos al hostal endless sky sin saber que había sido la mejor decisión de todas. El dueño Germán era un encanto, nos ayudó con consejos buenísimos para planificar nuestros días en Puerto Williams y en Torres del Paine. El hostal estaba distribuido de forma muy acogedora, nos dimos permiso para descansar unos días mientras planificábamos la siguiente parte del viaje. Al final resultó que la previsión del tiempo, la disponibilidad de vuelos y las ganas que teníamos determinaron nuestro planning. Primero bajaríamos hasta Puerto Williams en ferry y después iríamos hasta Torres del Paine.
No nos pudo cuadrar todo más. El ferry duraba 30 horas y salía por el estrecho de Magallanes para luego enlazar con el Canal de Beagle hasta Puerto Williams. En este transcurso pasamos por glaciares y un paisaje absolutamente asombroso. Es siempre especial pasar por zonas con una historia tan marcada como la que tiene este lugar donde los portugueses descubrieron el sur del continente americano y por dónde tanto trabajo de cartografía se realizó por La Corona Inglesa. El sol brillaba con fuerza (la capa de ozono está muy debilitada por esta área así que ponerse crema es crucial), no había ni una sola nube y hasta los trabajadores del ferry estaban en la cubierta sacando fotos y admirando el paisaje. No pasa casi nunca que se den estas condiciones y había tramos que ni ellos mismos habían visto tan claros nunca. En el barco conocimos a un francés, Vincent y una pareja de alemanes. Compartimos alguna que otra conversación en la cubierta del barco y ellos no tenían alojamiento en Puerto Williams así que les contamos que nosotros iríamos al hostal de Cecilia, ya que Germán nos lo había recomendado.
Una de las veces que estaba en cubierta escuché al capitán hablando con una pareja. Él claramente era español de la península, su acento lo delató en seguida. Pero ella, tenía un deje que me sonaba familiar, pero después de tantos meses por sudamérica estaba un poco confundida con su acento. De pronto él dijo algo que a ella no le termino de convencer y soltó ¨¡Que dices mi niño!¨ supe inmediatamente que era Canaria. Me giré y les pregunté ¿de dónde son? Me respondieron que eran españoles, les pregunté que de dónde exactamente, y tras su respuesta Gran Canaria. Les dije que yo también. Tras unos segundos en los que sus caras se transformaron pasando por incredulidad, shock y después alegría nos pusimos a hablar de lo pequeño es el mundo. Unos de Telde y una de Santa Brígida en un ferry al fin del mundo al mismo tiempo.
Puerto Williams
Germán desde Punta Arenas nos puso en contacto con ella porque en booking no había nada económico y fue sin duda la guinda del pastel. Llegamos a Puerto Williams a la 1 de la mañana donde nos recibió Cecilia, la dueña del hostal “ El padrino”. Nos recibió a nosotros y a los otros tres en la entrada del hostal y muy resuelta nos disponibilizó espacio. “ Esta es la situación, tengo tres camas todas en habitaciones diferentes, y un sofá cama en la cocina¨. Los alemanes se quedaron en el sofá y nosotros con el francés cada uno en una cama. Entre tanto apareció un francés, Patrick, quien Cecilia llevó a otro hostal con disponibilidad.
A la mañana siguiente nos despertamos con un buen desayuno y toda la energía desbordante de Cecilia. Los alemanes querían ir a Ushuaia pero los barcos sólo salían unos días después y Cecilia consiguió tranquilizarlos y organizarles el barco para el Lunes que era el día que querían. Nos dio todos los consejos sobre qué hacer y creó enseguida el ambiente perfecto para que todos nos sintiésemos como en casa. Nos reímos muchísimo esos días, del humor raro del alemán, con la risa floja del francés y con las aventuras de Cecilia por Europa. Nos preparó a todos una cena de Centolla que estaba para morirse y acabamos por llamarla Mamá Cecilia! Cuando llegaba nos daba un beso a cada uno y nos preguntaba que qué tal estábamos y nos llamaba a todos por nuestro nombre. Al irse otro beso y las buenas noches. Su energía positiva y su alegría podía sentirse sin tan siquiera mediar palabra. Su padre había creado el hostal y ella se notaba que disfrutaba muchísimo de su trabajo. El truco: no tener wifi. La gente habla y se crea un ambiente relajado, donde reina la comunicación y el intercambio.
Dientes de Navarino
Una caminata de aproximadamente 3 horas ida y vuelta que llega hasta el cerro bandera desde donde se ve el Puerto Williams y el Canal de Beagle. Del otro lado del canal, Argentina. Llegar hasta la cima no fue fácil ya que la nieve estaba fresquita y los pies se enterraban hasta las rodillas. El viento frío en la cara te recordaba dónde estabas, en el fin del mundo, cerquita de Antártida. Ze subió un día el solo y nos llevó al resto del equipo del hostal al día siguiente.
Nosotros queríamos salir de Puerto Williams el día 22, pero la aerolínea sólo tenía disponibilidad para el 24! Nuestra prisa se basaba principalmente en el tiempo. La próxima parada era Torres de Paine y el buen tiempo se mantendría unos días, tras los cuales entraba lluvia. El avión del día 22 ya iba lleno, pero Cecilia una vez más nos resolvió la situación. Gracias a su desparpajo y con un poco de suerte. Resulta que un niño se había roto el brazo ( nuestra suerte, no tanto la de él ni su familia) por lo que habían disponibilizado una avioneta para trasladarlo a Punta Arenas (el hospital más cercano). En la avioneta fueron ellos y nosotros, junto con una familia Colombiana que conocimos el último día en el hostal que también quisieron adelantar su salida.
No pagamos nada más y fuimos en lo que pareció un vuelo privado, sentados justo detrás de los pilotos y disfrutando de unas vistas as tremendas. Se veían perfecto los glaciares, los ríos y toda la superficie del Fin del Mundo.
Nos despedimos de Cecilia, con la esperanza de que en su próxima visita a Europa nos veamos! Nos hizo falta llegar al fin de mundo, para sentirnos más en casa que nunca. Después de casi 14 meses viajando no es fácil sorprendernos y ella lo hizo con lo más básico de todo: el sentido del humor, el cariño y la risa floja. Cecilia si nos estás leyendo te mandamos un beso enorme y una abrazo fuerte.
Pasamos unos días estupendos con el grupo en el hostal y sentimos muy de cerca el funcionamiento de un pueblo tan remoto pero tan bien puesto en el mapa. Llegamos a Punta Arenas y Ze hizo todos los trámites para cambiar el bus que nos llevaría a Puerto Natales. Lo teníamos para el 24 pero con un email y una llamada consiguió cambiarlo y llegamos de noche a Puerto Natales. Ze es un crack de la logística del viaje. Dale wifi y consigue hacer hasta lo imposible. Consejo: hay que echarle cara y preguntar todo. No des por hecho que porque ponga que no se puede en la página web o en algñun cartel sea así.
Torres del Paine
Organizar los días en Torres del Paine no fue una tarea fácil. ¡Es carísimo! Es más los propios chilenos cuando algo es caro dicen “precio Paine”. Resulta que este parque es el que financia todo el resto de parques nacionales del país así que pueden imaginarse el panorama. Nosotros queríamos hacer el circuito W que normalmente se hace en 4 días, pero se salía del presupuesto o mejor dicho de lo que estamos dispuestos a pagar. Por lo que una vez más como viene siendo costumbre nos pusimos creativos.
Decidimos al final que haríamos el trekking de un día para llegar a la base de las torres. Después alquilaríamos una caseta de campaña y los próximos dos días haríamos los dos brazos del circuito W. Era una matada de km ya que tendríamos que hacer ida y vuelta todos los días. Pero lo que nos ahorramos era bien significativo.
20km el primer día hasta la base de las Torres. 30km el segundo día hasta el Glaciar Grey y sus miradores. 27km el tercer día hasta los Glaciares Italiano y Francés.
Llevamos la comida con nosotros y dejamos las mochilas grandes en el hostal. Los chicos se portaron súper bien con nosotros y nos dejaron gratis un camping gas y una sartén con olla. Pasta y atún fue nuestra dieta durante esos días. Dormimos bien poco ya que llegamos tarde al hostal todas las noches y además los chicos con quien compartimos dormitorio ya estaban durmiendo haciéndolo todavía más incómodo para nosotros. Preparábamos todo y nos cambiábamos en el patio. Nos movimos demasiado pero fue una experiencia de esas que recordaremos mucho tiempo.
El cansancio extremo, el no parar muchas veces hace estragos en la cabeza y es entonces cuando el espiritud de equipo y levantarnos el ánimo el uno al otro tiene que entrar para seguir adelante. Son estos momentos en los que nos damos cuenta de lo importante que es formar equipo y de lo mucho muchísimo que nos ha aportado este viaje como pareja y como amigos. Nos hemos conocido a niveles insospechados y la complicidad que tenemos es algo que difícilmente puedo explicar con palabras. Llevamos unos 12 meses juntos las 24 horas de todos esos días, creo que habrá parejas que lleven decenas de años juntas y que no hayan pasado por algo así. Cuando dejas de tener espacio personal, cuando dejas de tener aspectos de tu vida que son independientes…pues ahí se descubre todo, se crea todo y se mantiene todo.
En fin, tras estos tres días estábamos tan sumamente reventados que decidimos no ir al Perito Moreno ni hacer el trekking a Fitz Roy. Glaciares habíamos visto a montones y ya habíamos andado y escalado suficiente. Nos escuchamos y decidimos tirar para Santiago directamente. Llamémoslo suerte o simplemente coincidencia pero el cielo estaba despejadisimo el día del vuelo y estábamos sentados del lado derecho. Volamos a unos 11mil pies y El Capitan anunció que se veían las Torres del Paine. No sólo vimos las Torres, tuvimos la vista perfecta tanto del Perito Moreno como del Fitz Roy. Estábamos contentísimos, no se imaginan la monstruosidad del glaciar y los dientes del Fitz Roy. Fue como esas imágenes de los documentales que hacen desde los helicópteros. Al final sin andar ni cansarnos vimos los mejor de ambos sitios que dejamos atrás.