Tomar decisiones acertadas que te cambian la vida no es fácil, muchas veces nos quedamos atrapados entre las ventajas y las desventajas. Muchas veces se convierte en una tarea tan complicada que nos entra el estrés, nos dejamos guiar por las opiniones de otros y acabamos tomando decisiones poco acertadas.
¿El resultado? que tras un tiempo vuelves a ser infeliz….
La clave a la hora de tomar decisiones está en tener en cuenta las consecuencias de primer y de segundo orden derivadas de dichas decisiones. Simplemente: pensar a la larga y no a la corta. Pensar en lo que sucederá en el futuro y no en el cambio instantáneo de tomar esa decisión.
Unos 7 meses antes de empezar la Vuelta al Mundo, justo cuando avisé en mi empresa que dejaba el trabajo y que me iba a dedicar al 100% a mi propio proyecto recibí una llamada inesperada. Era de recursos humanos de un gran banco ofreciéndome un puestazo de lo mío, y además me dejaban seguir con mi proyecto personal. Fue una llamada sorpresa porque fui a hacer las entrevistas antes de decidir que iba a viajar y al contarles mi trabajo de freelance combinado con mi proyecto propio me dijeron que si quería trabajar en el banco iba a tener que dejarlo porque tenían una clausula de exclusividad. Les dije que si era así que no contasen conmigo y no volví a saber de ellos.
Pues dos semanas después me llaman para decirme que podía seguir con lo mío y además trabajar para ellos. En ese momento se me bajó la tensión cosa mala. Ya había decidido viajar pero la oportunidad en el banco me daba una amplia experiencia en un sector que aún no había probado, la posición era de bastante responsabilidad y con la remuneración podría ahorrar más para el viaje. Pero entonces pensé en las consecuencias de primer, de segundo y de tercer orden.
A la hora de evaluar un ascenso, nos fijamos únicamente en el aumento de ingresos que vamos a conseguir (consecuencia de primer orden), e ignoramos que nos van a pagar más para que asumamos más responsabilidades (consecuencia de segundo orden), y que esas nuevas responsabilidades pueden resultar en más horas en la oficina, más estrés y un trabajo más aburrido (consecuencias de tercer orden).
Y fue entonces cuando les llamé y les dije que muchas gracias pero que no me interesaba. Si lo hubiese aceptado habría perdido libertad, poder de decisión y control sobre mi tiempo. Resultó que al poco tiempo me contactaron para que les ayudase con un proyecto siendo yo freelance. Por lo que al final salimos todos ganando.
Y es que, en muchas ocasiones, nos jodemos la vida nosotros mismos porque tomamos decisiones fijándonos sólo en las consecuencias inmediatas e ignorando todas las demás.
Por ejemplo…
- Elegimos comida basura porque sabe bien (consecuencia de primer orden) e ignoramos el efecto que va a tener en nuestro cuerpo (consecuencia de segundo orden). Al final, acabamos obesos y con problemas de salud.
- Nos metemos en una hipoteca a 30 años porque queremos tener nuestra propia casa (consecuencia de primer orden) e ignoramos lo mucho que esa deuda puede llegar a limitar nuestra libertad (consecuencia de segundo orden). Al final, acabamos encadenados a un trabajo que odiamos porque tenemos que pagar al banco todos los meses.
- Nos obsesionamos con que nuestra empresa crezca lo más rápido posible para ganar más dinero (consecuencia de primer orden) e ignoramos la responsabilidad que conlleva gestionar una empresa grande y con más empleados (consecuencia de segundo orden). Al final, acabamos estresados y sin tiempo para nuestra familia.
Si te fijas, en la mayoría de los casos las consecuencias de primer orden son muy tentadoras (placer, posesiones, dinero), pero no tienen un gran impacto en nuestra felicidad.
Por el contrario, las consecuencias de segundo y tercer orden sí que afectan a lo verdaderamente importante en la vida (salud, libertad, relaciones).
Esto hace que muchas veces nos dejemos llevar por la tentación y sacrifiquemos, sin darnos cuenta, cosas que son mil veces más valiosas.
El secreto para no caer en este error es muy sencillo:
A la hora de tomar cualquier decisión, ten en cuenta todas las consecuencias de la misma, no sólo las consecuencias de primer orden.
No te quedes sólo en lo inmediato. Mira también más allá.
Porque si sólo tienes en cuenta “algunas” consecuencias, puede que acabes consiguiendo lo contrario a lo que querías conseguir.
En el próximo post te cuento otra idea que me cambió la forma en que tomo decisiones: Mejor es mejor! Hace mucho que abandoné la idea de que más es mejor, me dediqué a ver todas aquellas cosas en las que inconscientemente había pensado que más era mejor y las substituí con mejor es mejor. Desde entonces me resulta muy fácil elegir, me resulta muy fácil decir que no a lo que sé que no me va a aportar mucho y lo más importante de todo: tengo tiempo para hacer lo que quiero.
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